Me saludó con entusiasmo pero lo supo enseguida. Lo vi apretrar con dureza la mandíbula para no preguntar , me abrió la puerta del auto sin quitarse los lentes oscuros y ni una palabra más. Condujo hasta su casa sin cuestionármelo. Amo su jardincito , detalle que no concuerda en la vida de un hombre duro como L, sin embargo las gardenias y plantas aromáticas crecen orgullosas y sanas en sus manos. Flaca, ¿ le encargaste merca a Juan? me cuestiona duro. Asiento y me dice que le pida que se vean a unas ocho cuadras de su casa. Regresa y guarda los paquetitos en su armario. No lo cuestiono porque de memoria conozco su discurso de nada de drogas con tristeza.Se sienta en la cama y pasa su mano por mis hombros, pegándome a su pecho.
Nena, ya sé que hoy es su cumpleaños y por tu carita intuyo lo que pasa , no me lo digas. Yo no te puedo quitar lo que sientes y ten por seguro que ni un millón de jeringas podrán más que sepultarlo sin matarlo. Escúchame , ven, aquí en mi pecho ¿ lo escuchas? aquí está también mi corazón deshecho por verte preferir a alguien más, que ya ni digamos que te odia. Escucha su ritmo alterado por el peso de las palabras que me trago para no herirte, el peso de los besos que me exijo no darte. Eres endemoniadamente bella y te quieres comparar , con tus ojos heridos por el juicio del desaire, con una mujer que ha necesitado restregarte, mensaje a mensaje, foto a foto, que logró conseguir la atención de un hombre. Mírate con mis ojos, Venus, por piedad, mírate con la mitad de adoración con la que te veo . Siente tu cuerpo con mi deseo, escucha tus palabras con mi intelecto humillado por el tuyo. Ámate con mi amor que está completo para ti, nena.
Pasamos la noche sin llorar , con mucho sexo y pocas drogas. Al amanecer , tenía ocho llamadas perdidas. Ninguna suya.
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